LA PALABRA

Dice un viejo refrán: “más vale callar y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas” y en ocasiones es así, sobre todo cuando hablamos de forma superficial. Por eso, la naturaleza, que es muy sabia, nos dotó de 2 orejas y 1 sola boca.

Y la verdad, es que hay que tener sumo cuidado con lo que decimos, porque la Palabra, es muy poderosa. Tiene el poder de crear.

Nuestra mente, nos tiene acostumbrados a pensar, en base a nuestras experiencias y sensaciones, apoyándose en nuestros prejuicios.

Todos nuestros pensamientos, actos y palabras, repercuten, no sólo en los demás, sino también en nosotros mismos.

Pero curiosamente, cuando se trata de hablar de sentimientos, nos envolvemos de un cierto pudor, que nos impide compartir nuestras emociones con cualquiera, porque nos sentimos vulnerables y pensamos que los demás no serán capaces de comprender.

En ocasiones, después de realizar una terapia, me he preguntado, hasta qué punto ha influido, en el bienestar de una persona, el hecho de contar sin tapujos sus problemas, angustias o recelos. Cuando finalmente consigues llegar a percibir en su mirada, un hilo de esperanza, esa es otra nueva razón para continuar.

Sólo la palabra nos diferencia a veces de los animales. Hay que usar debidamente este don, debemos aprender a vencer el miedo a expresar emociones, con todo aquel, capaz de escucharnos con el corazón.